Friday, December 02, 2005

Ricky por lentejas

Si, lo tengo que admitir, tenía ganas de ir a ver a Ricky Martin, si, hubiera pagado por entrar junto con miles de mujeres alteradas a ver (bah a escuchar, porque ver, no se suele ver mucho) a Ricky Martin. Y sin embargo, no, no voy nada. En la vida hay que elegir. y si tres meses atrás me hubieran dicho que por estas fechas iba a haber tantos acontecimientos en materia de entretenimientos, por ahí elegía otra fecha para viajar.
Asique, en cambio de estar preparando ropa cómoda para ir a la cancha, me encontré comprando latas de guiso de lentejas. Si, ahora el guiso de lentejas viene en latas señoras y señores, vaya uno a saber porque hemos llegado a esta instancia, pero está aquí. Nunca me gustaron las lentejas, pero a saber: si uno después de gastarse toditos sus ahorros en la compra de su primer auto, y gastarse, los siguientes sueldos en ponerlo en condiciones, si planea viajar, va a tener que comer, si o si, guiso de lentejas. Recalentado. En lata de conservas. Guste, o no. Si, es así, y sino, que alguien me diga como hacer para cenar por menos de $3.
De todas formas... ir a ver a Ricky hubiera sido algo como salir de casa para tomar el colectivo (a un recital no llevo el auto ni en pedo) aproximadamente a las 3 de la tarde. Ya en el colectivo encontrarse con dos quinceañeras que llegaron tarde a la repartija de ídolos de su generación (admitamos, ya es otra generación, y que admitan ellas, Ricky es de la mía), que con vinchas en la frente y exitadas a mas no poder se sientan en la última fila, pero las escucha hasta el chofer. Celular en mano, mandan 15 mensajes por minuto para preguntarle a todas y cada una de sus amigas en que parte del recorrido hacia el bendito lugar están, cantan cada 5 cuadras una que ninguno entiende porque no le pegan a una nota y lanzan un gritito histérico cada vez que recuerdan lo que sucederá dentro de unas 6 horas. Al acercarnos al estadio, hay que bajar 7 cuadras antes, porque el tránsito está cerrado. Bajamos y agradecemos estar en zapatillas, porque el calor del asfalto nos derretiría cualquier otro calzado, ya nos queman los pies y no hicimos ni diez metros. Antes de entrar nos ofrecieron Coca, Pepsi, 5mentarios (el jugo necesario) vinchas, bandanas (de tela, y de carne y hueso), remeras, buzos, fotos,... si hubieramos comprado cada cosa, ya hubieramos gastado lo mismo que en toda la comida para unas vacaciones (menos mal que en realidad me fui de viaje, y no estoy en el recital). Cuando llegamos al control de la entrada transpiramos por que uno siempre tiene miedo de que el que nos la vendió, aunque haya sido en un shopping famoso, haya hecho tongo y nuestro ticket sea trucho. Y la traspiración ya se ve en la remera. Ahora hasta nos tienen que palpar a ver si no entramos con una navaja y matamos veinte histéricas. Mujeres a las mujeres, hombres a los hombres. Mejor, no hago comentarios al respecto. Y nos palpan, y nadie lleva elementos peligrosos, total si hay que morir, que sea porque un avión se nos estrelló encima. Una vez adentro tenemos toda una tarde de sol calcinante, no hay refugio, y además hay que cuidar el lugar, sino, lo ves de 10 metros mas atrás (y vaya con la diferencia). Un paty te comés, y hay que pasarlo con algo, vamos a la Coca al final. Diez mangos por esto? Si, acá adentro no queda otra (en el viaje comía tres veces guiso de lentejas) Y llega el momento. Y después de aguantar 4 horas a 10.000 pendejas girtando, lo vemos así de chiquitito, y lo escuchamos... junto con los gritos de 10.000 pendejas... la vida es así. Y ahí en medio de semejante quilombo, me pregunto cuando fue que esté tipo empezó a simpatizarme, y a llevarme a comprar una entrada para este suplicio. Vale la pena. Lo ves a ese niño, ya no niño, hermoso. Pero... vale la pena?. A la salida algunas lloran (como todo el día) otras gritan (como todo el día), otras vuelven a mandar mensajitos de celular a celular, para ver en que parte del bendito lugar están, porque se perdieron en el segundo tema. Y todos empujan, ahora todos están apurados para ir a escuchar el compact de nuevo ¿?. Si, es así.
Asique, mejor cantemos victoria, esta vez no puedo ir a ver a Ricky Martín, ni a Duran Duran, ni a Good Charlotte, ni a Marcy Gray, ni a Natalia Cociuffo, ni a... bueno, dejemos de contar que me empiezo a deprimir, pero eso es otra historia.
Viaje en auto con gas, sino el bolsillo no aguanta. Y para eso hay que parar cada 100 kilometros. Ya sé, es una tortura, pero no tanta como podría plantearse en un blog exagerado. Son mis vacaciones y las venimos planeando con Manu desde hace tres meses.
Ahora, que no me llueva.